La luz verdadera emana del alma.
Este concepto de LUZ relacionado con lo trascendente, se va diluyendo en nuestros días, de la misma forma que la llama titilante de los hogares de antaño, las mariposas de los pequeños altares, las ascuas mecientes de las constelaciones en miniatura de los braseros, las hornillas que calentaban los pucheros, la de los cuadros de Rembrand…, se van diluyendo por la contaminación lumínica de las grandes ciudades. Es una luz que ciega y no deja que aflore la luz real.
Añoramos una luz en penumbra que sosiegue el alma. Una oscuridad anhelante como la de San Juan de la Cruz en “La Noche obscura del alma”.
¡Vamos a continuar!
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A sabiendas de que este blog a tardado en continuar,empecemos otra nueva
aventura para lo pospuesto. Vericuetos tiene otra versión nueva y más
positiva d...
Hace 4 semanas
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