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jueves, 6 de mayo de 2010

· El devenir musical

Espero no decir ninguna barbaridad, en todo caso es mi opinión y nada más. La música académica a principios de siglo XX, a partir de la música serial, escuela de Viena, dodecafonismo… se ha alejado cada vez más de los ámbitos que la mantenían más unida a una gran parte de población, que sin los medios de difusión de hoy en día, ni mucho menos, vibraba y se emocionaba en tiempo real, con las obras de los grandes músicos (un dato: en Venecia había en el siglo XVIII ocho grandes teatros de la opera, y hubo épocas en las que en la ciudad había hasta cuarenta representaciones al día).
Ayer estaba escuchando en la cada vez más penosa radio clásica, una especie de tertulia en la que se hablaba sobre el papel de la música académica actual, y se acabó aludiendo y justificando la relación entre los politonos más descargados de los móviles, la música de psicosis, y los cogollos de Tudela.
Decía Antón García Abril, que hoy en día hay excelentes y notables experimentos en el terreno de la acústica y la investigación tonal o atonal (música concreta, evolución de la electroacústica…), pero que eso se pueda considerar obra de arte, y menos obra maestra, es otro cantar. No puedo estar más de acuerdo. Y con ello no quiero decir que toda la música académica actual esté en un callejón sin salida al igual que ha pasado con la pintura por ejemplo, pero pienso que en gran medida muchas opciones de “vanguardia”, sí.

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