· Ciudadano de Gongelad

Ya estoy casi a puntito de que me concedan la nacionalidad Gogelandesa. Sólo me falta la prueba de salazón de pescado y la de los baños de impresión por la mañana en el pilón helado de la aldea-capital. Pero desde luego que hubiera votado por este fresco y actualizado himno. Sobre todo si lo acometen los Ángeles de la aurora Sigur Ros.
Este canto proclama un nuevo comienzo que surgirá de la podredumbre que nos ha inundado y que germinará en otro lugar menos contaminado, donde comeremos cocretas de arce y saludaremos al Arce que vaga como filósofo astado por el pueblo rumiando apaciblemente. Me lo aprendo de carrerilla.
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Todo por la patria: a mí la legión. No me dan miedo estas pruebas de adhesión Gogelandesas; es más, me reafirman más en mi decisión. Ya llevo siete chupitos de aceite de hígado de bacalao. Ten en cuenta que en caso descongelo yo la nevera.
Además me agencié una sierra de marquetería hace unos meses para hacer un regalo de un trineo de juguete y me encuentro con fuerzas como para abordar el diseño aéreo.

Aquí en tu antigua patria vamos a pasar del invierno del trópico con tres meses de lluvia a la primavera picantosa. Puede que este año dure un suspiro, pero creo que va a ser una autentica explosión de azahar y todo lo que trae.
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Tenlo por seguro. Por cierto, que el bicho que se pasea por las calles de la aldea y que decora algún que otro muro de salones abigarrados en piedra, es un "Alce"...como el de "doctor in...." buenas noches.
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Me construiría una cabañita de madera al lado de la suya y desayunaríamos conversando sobre lo divino y lo humano, y tomándonos unas tostás untadas en manteca colorá de arce con tropezones.

Está hecho usted un Camarón de la isla...de Congelad.