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miércoles, 5 de mayo de 2010

· Verdaderas desgracias

Nuestros problemas son una insignificancia comparados con la hecatombe de Haití: eso sí que son desastres dolorosos, agravados sobre problemas de abandono y desidia. Les vienen todas en el mismo lado. Parece que Dios (y no soy católico a ultranza), con esta desgracia nos quiera abrir los ojos a una situación de injusticia y dejadez en la que en mayor o menor medida el “primer mundo” tiene gran responsabilidad. ‘Lo único necesario para el triunfo del mal es que “los buenos” no hagan nada’ (Edmund Burke).

La Elegía de Fauré es una música que le vendría bien a tanto dolor. Me ha llegado al alma tan bella música. 

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