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jueves, 6 de mayo de 2010

· Huir del mundanal ruido

Decía mí querido Andrés Aberasturi que a estas alturas contemplaba la vida “desde el arcén”; entendiendo esto como que él ya se había apeado de la carrera y que contemplaba a los demás corredores que se afanaban por competir unos con otros, desde una posición serena y reflexiva (o algo así).
Creo que la paz que se puede encontrar en un sitio recogido y apartado: desde una atalaya privilegiada de sosegada quietud en un mundo con taquicardia. Puede servir para serenar el alma y para poder encontrarse a uno mismo, o para mirar la realidad con la distancia suficiente y templanza necesaria… o no; porque, no nos engañemos, son muy pocos los que pueden entregarse de por vida a este tipo de vida recogida intra-muros. Hay que tener una condición especial una pasta de anacoreta-Zaratustrense pera esta opción.
Podría y desearía vivir la experiencia en momentos de necesidad de paz interior, como retiro espiritual pero creo que sólo podría en pequeñas diócesis…o no.
Decían Talking Heads en la canción “heaven”: “el Cielo es un lugar donde nunca pasa nada”. No nos engañemos las cosas pasan en el día a día. La vida bulle y se retuerce en cada nacimiento y en cada muerte. De todas formas es necesario distanciarse de vez en cuando si nos es posible, y si es en un lugar santo de recogimiento aún mejor. Y si podemos degustar una buena comida condimentada con cariño y amor pues mejor que mejor.

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