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viernes, 7 de mayo de 2010

· REGENERACIÓN

De aquellas concupiscencias viene este lodazal. Desde lo del pelotazo de Solchaga, en este país-España, ha calado cada vez más el tema del “si puedes, llévatelo calentito”. La práctica del compadreo que quita formalidad y seriedad a las relaciones laborales tanto en políticas localistas de bajura, como mundanas. La actitud canalla lo ha invadido todo y hasta se vitorea y se ve con buenos ojos. La permisividad empezando por la que tiene el ciudadano para con sus gestores y políticos: "venga el que venga, gobierne quien gobierne, todos roban". La manga ancha, la reducción e interpretación blanda de los referentes morales. La poca vergüenza (sí, hay que decirlo) de una apreciable parte de los padres alentando a sus hijos hacia la chulería general para sacar cabeza, cebando egos y competitividad inmisericorde, frente a sensatez, razón y hombría de bien, nos han llevado al punto lamentable en que estamos. Einstein decía "no intentes convertirte en un hombre de exito, sino en un hombre de valores".

Lo de que “necesitamos una necesaria regeneración” también lo decía, además del plano polito-social, en el plano personal. No sé si será la astenia, o es el momento de la vida por el que uno atraviesa, pero necesito que todo a mí alrededor se regenere empezando por mí. La paternidad es una buena regeneración, pero no puedo ejercerla.

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