El temperamento del genio está magistralmente expresado en esta obra. La sucesión de los tres movimientos nos eleva el alma a un estado de reconciliación con la humanidad, y nos contagia de esa alegría que creo es el estado más elevado del espíritu.
El otro día en un programa de televisión de “reporteros intrépidos”, conversaban con monjas de clausura (no recuerdo la orden, pero sí que el denominador común era, que las nuevas vocaciones provenían de África, o eran sur-americanas de la parte indígena) en un convento de Llerena. Estas mujeres estaban felices desbordaban alegría y desde luego no estaban apartadas de la realidad, se informaban y conocían perfectamente la situación del mundo. Cualquier imagen de un Dios severo y castigador no se correspondía con la dicha y el júbilo que irradiaban estas mujeres.
Lo vuelvo a expresar: creo que la alegría y todo lo que ésta trae aparejado, es el estado más perfecto del hombre.
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