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domingo, 18 de julio de 2010

· "Veranófobos"

No se trata de ser “veranófobos” se trata de DONDE te toque pasar el verano. Estoy convencido de que nací en la latitud equivocada. Sobrellevamos el verano gran parte de los sureños-españoles (sobre todo los del interior), de una forma bastante penosa y declinante a medida que va transcurriendo éste. Se empiezan a acumular las noches en donde el cuerpo no descansa porque la temperatura ideal para el descanso del sueño es por debajo de los 22º (eso dicen los expertos y yo tmb), y aquí ya no baja de los 28º. Y vas arrastrándote cada día más deseando que empiece a refrescar algo por las noches; Cuando corre algo de brisa, las viviendas están tan recalentadas que cuando cambia de dirección del aire o cesa, empiezan de nuevo a irradiar y desprender calor. Las noches están ambientadas por un coro maquinal de zumbidos monótonos interpretados por los aires acondicionados. Por no hablar de cómo se desatan algunos olores, en general nada agradables, en una sucesión interminable de agresiones a nuestras narices.

Ayer estuve con Antonio Luque y me decía con satisfacción que eso ya no le pasaba a él porque en Málaga era otra cosa; gracioso y simpático el hombre.En el momento en que nos instalemos en Santander, dejaremos de ser “veranófobos”, para pasar a ser “veranadictos” y volveremos a creer en un verano posible con sabanas por encima para dormir, en vez del colchón-manta eléctrico del verano sevillano (el que no lo pille no lo ha vivido), donde se puede pasear de día sin quedarse pegado al baldosin del acerado y al asfalto semi-viscoso. Donde el sonido de las cigarras no aturde como un instrumento musical-ancestral bosquimano/aborigen. En fin donde es posible pensar y no dormitar entre sudores febriles.


Sigur Ross es un buen antídoto para la imaginación. (En respuesta a Bate en su blog)
Pero para simular más el estado de calvario recordemos a Peter y la Real orquesta de tambores de Burundi:

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